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La Exposición Agrícola e Industrial de Talca, 1905

Hacia fines del XIX la ciudad mostraba aires de cambio. El damero colonial se mantenía, pero la arquitectura hispanocriolla daba paso a edificios de estilo neoclásico. A las congregaciones religiosas llegadas a Talca a mediados del siglo XVIII se sumaron en la centuria siguiente órdenes religiosas francesas, todas ellas dedicadas a las obras sociales y entre las mujeres principalmente. Desde el XVIII también, las torres de las iglesias apuntaban al cielo, pero un siglo después ellas competían con las chimeneas de las industrias surgidas en la ciudad.

Fue entonces que surgió la frase que ha acompañado a los talquinos por más de un siglo, "Talca, París y Londres". Asociada al comercio de la moda en manos de inmigrantes franceses y a la llegada del ferrocarril a la ciudad en 1875, el tradicional dicho apelaba al orgullo local.

La explosión industrial que sufrió la ciudad a fines del XIX y comienzos del XX motivó a las autoridades talquinas encabezadas por el Intendente Valentín del Campo a organizar la Exposición Agrícola e Industrial, iniciativa del mundo público y privado, la cual debía cumplir tres objetivos: mostrar la producción industrial local, estudiar mercados de exportación y generar negocios con potenciales clientes.

La comisión organizadora eligió como sitio para la instalación de la feria un terreno ubicado en la Alameda con 4 Poniente, donde terminaba la ciudad, a un costado del camino carretero que llevaba al río Claro. La revista Zig-Zag señaló al respecto: "No había local a propósito para instalar la Exposición, y se creó. En un sitio pantanoso, perpetuamente inundado por las aguas de dos grandes acequias, los directores vieron el lugar que podía servirles y lo transformaron en un recinto hermosísimo. Las acequias fueron encerradas en un cauce de piedra, se rellenó el terreno, se hicieron jardines y se procedió enseguida a levantar los edificios. Se formaron allí dos grandes pabellones, destinados a las maquinarias y a las industrias, varios para los animales y dos pequeños, que fueron cedidos a las bellas artes y a la instrucción. Se construyó un teatrito, kiosco para bandas de músicos, tribunas amplias y cómodas, un restaurant espléndido, etc., todo admirablemente instalado y dotado de alumbrado eléctrico y de gas acetileno en gran profusión".

La importancia de la exposición y la ciudad se vio coronada con la inauguración encabezada por Germán Riesco, Presidente de la República, el 16 de Noviembre de 1905. La misma revista señalada sostuvo: "Después de la inauguración vinieron las fiestas: banquetes suntuosísimos, torneos militares, corso de flores, etc., y en todas ellas los talquinos hicieron derroche de generosidad y de buen gusto. Por las noches, había paseo en los jardines de la Exposición, amenizados por una estudiantina y por las bandas de músicos. Allí se daba cita la aristocrática sociedad de Talca, luciendo las damas ricos y elegantísimos trajes que realzaban aun más su hermosura y su distinción".

La exposición dio cuenta de la producción talquina: Abonos, alumbrado, animales, apicultura, bebidas, broncería, carpintería, carrocerías, cerámica, cerrajería, cervezas, chichas, conservas, curtidurías, fotografía, fundiciones, imprenta, joyerías, licores, litografía, maquinaria agrícola, mueblerías, sastrería, semillas, talabarterías, tejidos, vidrios, vinicultura, vinificación, vinos y zapaterías.

La dulce situación industrial durante la primera década del siglo XX se vio reflejada en los números; pese a su marcado carácter rural, la provincia de Talca mostró indicadores superiores a la media nacional: capital invertido por unidad industrial, producción por unidad industrial, productividad media por obrero y valor de maquinaria por unidad industrial, entre otros factores. La cara amarga de esta situación de bonanza, en base al promedio nacional, se vio reflejado en las menores remuneraciones de los trabajadores y un elevado empleo de población infantil que representaba cerca del 10% del total de trabajadores industriales de la provincia. Se aprecia entonces una baja redistribución de la riqueza industrial a través del salario, o en otras palabras, la concentración de las riquezas en manos de los dueños del capital.

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